A MIS CINCUENTA AÑOS…

No sé si el azar, el calendario o simplemente la casualidad han querido que el día en que publico mi post de esta semana coincida con mi cumpleaños. Pero no un cumpleaños cualquiera, mi cincuenta cumpleaños. Aunque muchas personas dicen pasar «la crisis de los cincuenta» yo tenía ganas de cumplirlos, y me alegra haber cumplido cincuenta años por muchas razones, pero lo primero y ante todo, agradecer haber llegado a esta edad.

Lo cierto, es que como no solo de «derecho» vive el hombre, me ha parecido oportuno aprovechar esta ocasión para compartir con mis apreciados lectores algunas de las conclusiones a las que he llegado en este medio siglo de vida.

Con ello solo pretendo dejar en este espacio algunas ideas, algunas pinceladas, para que los que lo visitan me puedan conocer un poco más.

 

1.– LA PERSONA MÁS IMPORTANTE DE TU VIDA

Una de las primeras ideas que quiero compartir con todos es que la persona más importante de tu vida eres TÚ. Quizás a alguien esto le suene mal, pero lo que es obvio es que TÚ eres la única persona que va a estar contigo desde el minuto cero hasta el minuto final.

Venimos «solos» al mundo y «solos» nos iremos. Mientras tanto, en ese lapso de tiempo que es la vida de cada uno, tenemos compañeros y compañeras de viaje. Unos nos acompañan un trayecto más largo y otros un trayecto más corto, pero el único que te va a acompañar durante todo el viaje eres TÚ.

Por eso, ¡QUIÉRETE! Hazlo por ti y por los demás. Y digo por ti y por los demás porque si quieres ayudar a los demás, ser útil a los demás –al fin y al cabo, en mi opinión, de eso se trata la vida–, es imprescindible que te aceptes, te respetes y te quieras.  Solo cuando te quieras tal como eres, serás capaz de ayudar y querer a los demás como se merecen, desde tu fortaleza y no desde la necesidad.

Como dice el refrán, «El amor bien entendido empieza por uno mismo».

 

2.– LA DECISIÓN MÁS IMPORTANTE

Si en la primera pincelada decía que la persona más importante de tu vida eres tú, porque eres la única persona que va a estar contigo desde el minuto cero hasta el minuto final, en esta segunda pincelada te diré que una de las decisiones más importante de tu vida es la profesión que elijes.

Si tenemos en cuenta que un tercio del día lo pasamos trabajando y que ese va a ser nuestro día a día desde los dieciocho años hasta los sesenta y cinco años, aproximadamente, más vale no errar en esta decisión.

En acertar o equivocarte en esta decisión te puede ir la felicidad y, en consecuencia, «la vida».

Y en este punto llega la pregunta del millón: ¿qué es lo más importante a la hora de elegir profesión? Mi respuesta, estimados lectores, es clara: hacer lo que más te guste, lo que más feliz te haga.

No elijas la profesión a la que dedicar tu vida pensando en qué profesión te va a dar más dinero. Si te dedicas a lo que te gusta y eres feliz haciéndolo, el dinero deja de ser el principal objetivo.

Cuando aciertas con esta decisión, no hay lunes, ni viernes, ni domingos, todos los días pueden maravillosos para hacer y dedicarte a lo que más te gusta, no hay días laborables y días festivos cuando lo que hacemos nos proporciona bienestar y felicidad.

 

3.- EL ÉXITO Y EL FRACASO

Todo es relativo amigas y amigos. He conocido personas que, a nivel social, parecían auténticos triunfadores y que, sin embargo, no lo eran. Y, por el contrario, he conocido personas que, a nivel social, podían parecer unos fracasados y eran auténticos triunfadores.

En mi opinión, el éxito y el fracaso son las dos caras de una misma moneda, hasta el punto de que el éxito muchas veces es la «consecuencia natural» de infinidad de fracasos. En mi caso particular puedo decir que los dos mayores éxitos de mi vida son consecuencia de mis dos mayores fracasos. Curioso pero cierto.

Personalmente el éxito me trae el recuerdo de cuando siendo pequeño subí a la cima del Moncayo: largas horas de caminata y cuando llegué me encontré ¡que no había nada! Pues con el éxito pasa igual: cuando lo consigues ves que no es una meta, que es preciso continuar, seguir trabajando, seguir luchando, seguir caminando…

Lo cierto es que después del éxito todo sigue. El llegar a triunfar, para mí, no es un fin, no cumple las expectativas de una vida de trabajo. La meta, en mi opinión, es «servir» a los demás, ser útil. Cuando lo consigas, entonces realmente ¡habrás triunfado!

 

4.– EL DINERO

Socialmente muy relacionado con el éxito está el dinero. Sin embargo, a mis cincuenta años puedo confirmar aquello que dicen que «El dinero no da la felicidad», aunque no puedo negar que algunas veces «ayuda». El dinero te da lo que yo llamo los sucedáneos de la felicidad: te da seguridad, estabilidad, tranquilidad, pero no la felicidad en sí.

Llegado a esta edad, como podrán imaginar, ha habido de todo: momentos en los que he tenido que elegir entre salir a tomar algo con los amigos o pagar el recibo de la luz; y momentos en los que la falta de dinero, afortunadamente, dejó de ser un problema. Curiosamente, estos últimos no han sido los más felices.

 

5.– AMOR Y DESAMOR

Igual que sucede con el éxito y el fracaso, pienso que el amor y el desamor son dos caras de la misma moneda. Y sin ningún género de dudas el AMOR –tanto en el sentido «positivo» como en el «negativo»– es la energía más potente, tan potente que es capaz de cambiar personas y vidas.

A mis cincuenta «tacos», habiendo dedicado dieciocho de ellos al derecho de familia y después de haber llevado cientos de casos y escuchado cientos de historias, puedo decir que no hay recetas mágicas, no hay atajos, ni pócimas, ni milagros, ni secretos. En el amor no hay reglas que seguir, cuando surge, surge, cuando te atrapa, te atrapa y lo inunda todo.

Por amor las personas son capaces de lo más grande –en sentido positivo– y por desamor las personas son capaces de lo más grande –en sentido negativo–, pero en ambos casos, capaces de «todo».

 

6.– LOS HIJOS

Como abogado de familia en ejercicio durante casi veinte años, he visto y escuchado de todo y al final te das cuenta de que la paternidad y la maternidad están «sobrevaloradas», que los hijos no son una «solución» a los problemas de pareja. He visto personas que han tenido hijos pensando que eso les iba a dar la felicidad, parejas en crisis que han tenido hijos pensado que un hijo era la «solución», y así un largo etcétera.

Y al final te das cuenta:

  • Que los hijos te pueden dar momentos felices, muchos, pero no «la felicidad».
  • Que los hijos no «solucionan» crisis de pareja.
  • Que el que tenía una crisis de pareja y ha tenido un hijo solo para «solucionarla», seguramente pasará de tener un «problema» a tener dos.

Creo que estarán de acuerdo conmigo, estimados lectores, que a los hijos hay que quererlos incondicionalmente pero no a cualquier precio; que un hijo nunca puede «pisotear» tu dignidad; y que entre la «santa voluntad» de un hijo y tu felicidad, debe prevalecer tu felicidad.

Y, sobre todo, hay que tener presente que «los hijos vienen para marcharse» y que, una vez adultos, el papel de los padres es estar «vigilantes en la distancia» para cuando nos necesiten.

 

7.– EL SECRETO DE UN «BUEN» DIVORCIO

Por paradójico que parezca, el secreto de un «buen» divorcio es «la mano dura». Pero no me interpreten mal. Todos los casos extremos que han llegado a mí a lo largo de estos años de ejercicio profesional como abogado de familia –de hombres y de mujeres–, son de personas que han cedido tanto, que cuando han querido ponerse en su sitio ya no han podido. Han «perdido» tanto terreno, que cuando han querido recuperarlo, ha sido imposible.

Por ello mi consejo a cualquier persona que se divorcia es «mano dura», mantenerte en tu posición y pedir lo que es justo. No estamos hablando de aprovecharnos de la debilidad del otro para beneficiarnos, sino en reclamar lo que «en justicia» nos corresponde –muchas veces esto no fácil, pero no por ello debemos ceder, ya que, con toda probabilidad, después nos arrepentiremos–.

 

8.– NO HACE FALTA GANAR TODAS LAS BATALLAS

Siempre he dicho que la única batalla que se pierde es la que no se da. Sin embargo, de un tiempo a esta parte pienso que no es necesario ganar todas las contiendas. Por esa razón considero que hay que ser selectivo con las batallas.

No se puede estar toda la vida luchando, no se puede estar toda la vida con cincuenta frentes abiertos. A veces, la mejor lid es la que no se da, y un perder es un ganar.

Precisamente por eso hay cuestiones y personas con las que ya «no pierdo el tiempo». Si no discuto o si les doy la razón –sabiendo que no la tienen–, no es porque esté de acuerdo, es porque prefiero dedicar mi energía a otras cosas.

 

9.– HAY QUE PERDER EL MIEDO AL MIEDO

Uno de los sentimientos más paralizantes que conozco es el miedo. Como con los colores, cada uno tiene el suyo. Quizás es imposible no tener ningún temor. Yo creo que no tengo ningún miedo, pero lo que sí que es posible es perderle el miedo al miedo.

Al final te das cuentas que todo pasa, que es cierto aquello de que «No hay mal que mil años dure», y que con frecuencia tendemos a imaginar y temer cosas que nunca llegan a pasar.

 

10.– ESTAMOS DE PASO

Es curioso, pero vivimos como si nunca nos fuéramos a morir, cuando morirnos es lo único que tenemos asegurado.

Sinceramente no tengo ninguna prisa por morirme, pero tampoco tengo ningún temor. Lo cierto es que para ese viaje hace tiempo que tengo el equipaje preparado.

Uno de los principales temores que tiene el ser humano es el miedo a la muerte, pero precisamente el tomar conciencia de que un día te vas a morir y que tu vida puede acabar en cualquier momento, por extraño que parezca, te ayuda a vivir. A vivir intensamente, como si cada día fuera el último. «Carpe diem».

Precisamente cuando tomas conciencia:

  • De que un día te vas a morir y vives cada día como si fuera el último, es cuando más aprovechas la vida.
  • Lo que digan los demás no tiene tanta relevancia como creías y deja de afectarte.
  • Te das cuenta de que lo importante es servir, que cuando sirves y eres útil a los demás es cuando te vuelves realmente importante.

En mi opinión, al final, lo único que nos vamos a llevar es lo que disfrutamos, y por lo único que nos van a recordar es por lo que hayamos hecho, por nuestras acciones. Tengo muy claro lo que quiero hacer en esta «segunda parte del partido» que me brinda la vida ¡disfrutar y hacer todo el bien que pueda para dejar un buen recuerdo!